Cuando formé parte de la Penya Blanc-i-Blava de Molins de Rei, hubo un momento en que nos vimos obligados a cambiar de local. Por aquel entonces, creamos una página web y el Ayuntamiento nos pidió un número de teléfono de contacto. Como no teníamos ninguno, di mi número móvil, ya que yo era quien gestionaba la web.
Poco tiempo después, recibí una llamada. Era la voz de una persona mayor, una mujer. Me comentó que ya no podía ir al campo y que le gustaría conseguir una bufanda del Espanyol. Me dijo que me la pagaría, pero que necesitaba que se la llevara a casa.
Al principio le respondí que sí, que yo se lo compraría, y que podía pasar a recogerla un día por la peña, ya que nuestra intención, una vez inaugurado el nuevo local, era abrir al menos un par de tardes a la semana.
Pero ella insistió: necesitaba que se las llevara personalmente a casa. Y bueno… uno que es blando, y además al decirme que vivía en Molins de Rei, acabé aceptando.
Compré la bufanda y me fui a la dirección que me dio: Carrer Pintor Carbonell 8. Al llegar, me di cuenta de que la dirección era la de un Llar d’Avis. Por un momento no supe qué hacer, pero enseguida comprendí por qué la mujer me insistía tanto en que yo tenía que llevarle la compra.
Entré a la recepción y pregunté por el nombre que me habían dado: Teresa. Esperé un rato y una enfermera me dijo: “Acompáñeme”. Pasamos una sala y me llevó a un pasillo con ventanas, no muy largo pero lo suficiente para que, a medio camino, hubiera una mujer sentada y al final otra. La enfermera se marchó y me dejó plantado en el pasillo. Comencé a avanzar y las dos mujeres me miraron. La del fondo observó mi bolsa —la típica de la tienda, con el escudo del Espanyol— y sonrió. Ya no había dudas de quién era Teresa. Saludé a la primera y me fui a presentarme a Teresa.
Estuvimos toda la tarde contándonos historias de pericos. Me explicó que el regalo lo quería para un familiar que cumplía años. Recordaba con especial cariño a su padre y, cada vez que me hablaba de él, decía: “socio de toda la vida”. Como agradecimiento por el detalle de llevarle la bufanda, me dijo que me haría un dibujo para mi hija. Es la imagen que sirve como encabezado de esta historia y donde añadió una dedicatoria que guardo junto con su dibujo.

Hoy en día, y por ley de vida, Teresa estará con su padre —“socio de toda la vida”—, con nuestro eterno capitán Dani Jarque y con tantos otros y otras peric@s que hacen que el cielo sea un poco más blanquiazul.
¡Qué bonita historia! Gracias por compartirla.
Esta pequeña gran hisotria esta dedicada al padre de Teresa, socio de toda la vida, como a ella le gustaba decir. Estoy seguro de que a Teresa le habría gustado dedicarle este recuerdo a su padre.
Me alegro de que te guste. Gracias.