Después de ver la nueva primera equipación de esta temporada, quienes ya tenemos cierta edad no hemos podido más que emocionarnos y esbozar una sonrisa al verla.
Fueron muchas tardes (entonces se jugaba prácticamente la totalidad de los partidos a la vez, a las 17 horas) disfrutando en Sarrià, viendo a nuestro equipo en una temporada gloriosa —play-off incluido, por primera y última vez en la liga— donde conseguimos, por última vez, una tercera posición final.
Hoy nos parece una quimera aspirar a esa tercera plaza, pero puedo asegurar que antes de empezar aquella temporada también nos lo parecía a todos.
Al año siguiente llegó la tristemente recordada final de la UEFA, pero fue otra temporada increíble, de esas que aún nos hacen soñar con lo que vivimos en Europa.
Dicen que la historia se repite cíclicamente, y quizás el primer paso para revivir aquellos años lo ha dado, por fin, nuestro querido y amado club al recordarnos esos momentos maravillosos que vivimos hace ya 39 años. Ojalá que, a finales de mayo, volvamos a sentir lo mismo que sentimos al final de la temporada 86-87.
Los mimbres, esta vez, parecen empezar a entrelazarse bien: buenos fichajes, un director deportivo que parece haber entendido lo que se debía hacer —fichar bien y pronto, sin esperar a última hora de mercado—, jugadores que sienten o entienden este club, y la pieza clave para que todo funcione: un entrenador con las ideas claras, que conecta con la grada y es un currante de los pies a la cabeza.
Todo parece estar en su sitio, por una vez en muchos años. Esperemos que nada ni nadie lo estropee. Ni Chen, ni Pace, ni nadie.
Malakias1900